viernes, septiembre 28, 2007

528

Me senté en la cama,
miré por la ventana para ver si el último pensamiento de la noche
había tomado forma en el día,
sonreí cuando el sol se mostró más fuerte que mi deseo,
me paré,
sentí un contragolpe medio gol en la planta de mis pies,
las baldosas estaban frías,
nunca usé pantuflas,
abrí la puerta,
salí a la calle en mis calzoncillitos blancos,
hice pis en el zanjón de la esquina,
me salpiqué las piernas,
no importa,
agarré unas piedras de la calle
y las tiré, para hacer quilombo nomás,
contra los tubos de la metalúrgica de la vuelta.
Entré nuevamente,
tomé una chocolatada a velocidad canina,
me puse una remera,
un shorts de jeans,
en los pies, seguía mi carne remoloneando con la tierra.
Tomé la Olmo con bocina de tres sonidos
y me armé un circuito peligroso
que tenía al palo borracho de la esquina
como señal de la primera curva,
dos charcos olvidados de la última lluvia que le ponían un poco de reflejo al movimiento,
un pasillo angosto entre rosales excitados,
una recta en bajada,
otra curva más o menos,
y una llegada,
la puerta de casa.
Lo repetí varias veces,
hice una clasificación,
una serie
y una final…
gané,
por afano.
Contento almorcé dos patas de pollo,
no comí frutas,
y salí corriendo a sentarme al sol en la vereda,
conté con detalle y minuciosidad
la cantidad de líneas que tenía el cemento quebrantado
por las raíces de los árboles,
creo que dormí un poco, no me acuerdo,
no fueron más de diez minutos igual,
al rato cayó Marcelo con la pelota color fontanarrosa,
volví a entrar a la casa desesperado,
me puse la remera del globo,
salí y ya estaba Julián,
sin decirnos nada,
jugamos un veinticinco en el que estuve al arco
casi todo el tiempo,
realmente,
tuve una mala jornada.
Por suerte, Laura, no nos veía desde su ventana de plastilina amarrilla.
Tuve una jugada muy buena
que quedó en el olvidó por otra posterior,
que fue lamentable.
La leche de la tarde ya no la quería,
volví a la Olmo con bocina de tres sonidos,
me calcé al hombro la mochila de viajes cortos
y un palo de madera que tenía más o menos
tres semanas debajo de la cama.
Hice dos cuadras y llegué a destino,
los caños de la metalúrgica tenían su final en el riachuelo
y una cornisa poco peligrosa,
era el asiento para ver como el calor
huía ante tanta estrella
y me regalaba la altura perfecta
para tirar piedras fuertes que hagan plop al caer en semejante negrura líquida.
Volví a la casa al rato,
quedaban las pechugas pero siempre me parecieron muy secotas,
la mayonesa,
nunca fue mi condimento.
Me fui a la cama temprano
y volví a hacer fuerzas con los ojos bien cerrados
y la frente amontonada.

Hoy,
me levanté con veinte años menos.
Mañana,
tendré veinte años más,
y caminaré con mi cámara
buscando el primer cartel que
nos había dejado…
la primera noche de primavera.




fotografía: MFP

martes, septiembre 25, 2007

descomunal velocidad
la que tomé en bicicleta,
con destartalo y empuje,
mi verdolaga querida.
chirrido, chasquido de asfalto mojado,
gotitas de barro en mis zapatos,
huecos, agujeros, abismos y saltos... claro, saltos.
y de golpe pregunto dónde se habrán fugado los sueños de camas elásticas.
no importa, me resigno,
y al rato me arrepiento,
no se puede saltar tan alto desde una baldosa, pienso,
y entonces, vuelvo a insistir
como los putones gigantes en las esquinas
y los días y recorridos y chocolates en mal estado
y mi techo ocupado por colores que no elijo
y tres libros mojados por la lluvia,
y la ventana,
abierta como siempre,
y la radio encendida y el tango “Bronca” se lleva el primer puesto el domingo,
no es joda,
se lo lleva de veras,
con don Osvaldo en el piano.
siempre es bueno nombrar a don Osvaldo,
siempre hay que tenerlo cerca,
como a Cacho, que temo que de golpe también se despida,
porque sí, porque se le ocurre,
porque temo que se vaya
y ponga flor en el piano que no tengo.
y en la voz, Belusi,
que lindo que canta "Bronca" Belusi ,
como las lecturas de Paula,
que sólo conozco por tres poemas
y por el baile de sus ojos cuando se alejaban del papel
y se revolcaban en nosotros,
los borrachos, los escuchantes,
los que andamos con los codos curtidos de tanto pedir otra,
los que sentimos frío y los que deseamos,
y los que tenemos secretos,
picante en la garganta
y pies descalzos,
caminos escondidos,
un gesto de Gioconda que espero no sea el último,
una estrella anaranjada que cae en el culo del mundo
y todavía,
se deja ver,
y una amiga que insiste con su duda y me escribe:
“creo en la magia,
lo que me asusta es que hay distintas formas
de ser hechicero”

jueves, septiembre 20, 2007

y otra vez...







Fotografía: MFP

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domingo, septiembre 16, 2007

Cacho, la hinchada está con vos

Flaco, muy flaco, cada vez más flaco. Consumido. Agudo, dolorido. Traicionado por su cuerpo, engañado por sus mañas. Insistente, y como siempre, completamente enamorado. Cacho reclama latidos y gruñidos. Cacho intuye al frío. Cacho pierde a su reina y le dice:

“Vos me llenaste el jardín de flores
y nunca,
nunca, te acordaste de tirarles
un poquito de agua”.