miércoles, octubre 17, 2007

Titulo robado,

Sueño de morocha en conventillo

Fiesta brava la que se viene
fiesta de las jodidas,
y cómo puedo revolcarme
tan grosero
con las repeticiones
cómo puedo.
Que me caiga la suerte ahora,
toda de golpe,
prometo saber administrarla,
y cuando prometo
prometo mi viejo.

Me escapo enseguida
y queeee lindas tetas
tiene la morocha que me roza el brazo en el subte.

Que morochona hermosa, pienso y hablo:
Corré las cosas que me subo a tu coche,
sacá la botellita de agua
y quitá el bolso,
no quiero astillarme el culo con tu espejo
con el recuerdo de tu reflejo de la mañana,
corre tus cosas morocha
me subo a tu coche.

Me atraganto
tengo la negrura del espacio
aferrada a mi nuez,
y mi nuez
pegada
a mi columna,
entonces,
no digo nada.

Hago el que leo
pero la espío
la relojeo
le cuento los lunares
y vuelvo por un segundo a las palabras
un segundo nomás
estoy completamente
entregado al desvío de mi ojos
que ahora
son ojitos
chiquititos
achinados
confusos por el tembladeral del disimulado a cuestas.

Y en el vagón de los sueños,
aquel repleto en el que no pude hacerme espacio
aquel en el que la gente convive
con la contradicción de lo cotidiano y desconocido
con ese pegoteo constante
que sufren los cuerpos amontonados,
un pendejo se cuestiona
ante su madre silenciosa
y otro,
se convierte en hormiga
para pasar entre las pieles
y dejar alguna marca
en las piernas de los bienaventurados sentados.

Y en el vagón que me tiene atrapado
se corta la luz por un instante.
Bienvenida la ficción de la oscuridad,
me digo,
aquella que no existe
pero que se hace presente en las sombras
aquella que llega sólo con la muerte
como el silencio
como la quietud
aquella que me despoja.

¿Por qué no tengo la suerte de los galanes de las películas
y la morocha me invade y me atropella ya mismo?
si yo estoy dispuesto morocha.

Uno con bastón gambetea
y se cruza con otro con linternas
y parlotean:
Cómo estás hoy,
le pregunta el que abre y cierra su mano para dar luz.

Sacando lo malo,
ando bárbaro,
le dice el otro,
el único en la oscuridad.

Y ahí sonreímos varios.

Me tengo que bajar
y la morocha se baja.
Me sigue,
pienso de inmediato.
Me escuchó,
insisto.
Una breve coincidencia
y me alegro,
pero la morocha zigzaguea
y se toma el raje por Medrano
y yo me meto en la pizzería de siempre
por dos de muzza,
una de fugazzeta
y dos vasitos de moscato sin soda
como para seguir

de amistad con el día.

martes, octubre 09, 2007


fotografía: MFP

Tomá, mirá,
a vos te hablo.
Encima,
te saqué una foto
en la que te ves bastante bien.
Sinónimo, tenía razón.

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